La construcción del primer edificio dedicado al almacenamiento y conservación de archivos de lectura se debe al rey asirio Asurbanipal, en el siglo VII a.C., quien ordenó edificarla en la ciudad de Ninive, cerca del río Tigris, a unos kilómetros de la actual ciudad de Mosul, en Irak. Construyó la biblioteca en su palacio y envió personas para encontrar tabletas de arcilla con registros de todos los campos del conocimiento de aquella época.
Cuando estas tabletas llegaban a la biblioteca eran copiadas minuciosamente, si la pieza original tenía una pieza faltante o ilegble, el escriba tenía la obligación de hacer la aclaración pertinente en la copia que hiciera.
Se estima que la biblioteca de Asurbanipal tenía cerca de 1,500 tabletas, cada una con ochenta y hasta 200 líneas de texto. La ciudad de Nínive y la biblioteca fueron destruidas en el año 612 a.C. La primer biblioteca pública se estableció en la ciudad-Estado de Atenas (Grecia) en el año 330 a.C.
En el mismo año se construyó la famosa biblioteca de Alejandría, en Egipto, que contenía 700,000 rollos de papiro con lo más selecto de la literatura y las ciencias griegas. Fue incendiada por una turba de cristianos en el año 640 d.C. Otras bibliotecas importantes fueron la biblioteca Ulpia de Roma y la Librería Imperial Bizantina, creada por Constantino el Grande en el siglo IV d.C.